Contexto filosófico
RESUMEN:
El contexto filosófico de Santo Tomás de Aquino está marcado por la influencia de las ideas aristotélicas y agustinianas totalmente contrapuestas a lo que vimos de Platón. Aunque todo está precedido por algunos teólogos musulmanes que empezaron a traducir antigüos textos de Aristóteles y en especial, el musulmán Averroes, que además, llevó a cabo una división entre religión y filosofía, lo cual parecía indignante. Cabe destacar que la cosmología tomista será prácticamente igual a la aristotélica. Se basará en el Hilemorfismo
DESARROLLO:
El contexto filosófico más próximo a Tomás de Aquino está marcado especialmente por la recepción de muchas obras de Aristóteles que habían permanecido desconocidas para el mundo cristiano hasta ese momento. Este Aristóteles desconocido había sido primero recuperado por los teólogos musulmanes, así, especialmente, vemos su influencia en el andalusí Averroes (1126-1198). De los musulmanes va pasando progresivamente al mundo cristiano. En este sentido tiene una gran importancia la Escuela de Traductores de Toledo, a partir del siglo XII. En Averroes, la recuperación de Aristóteles lleva a una escisión entre religión y filosofía: partiendo del estagirita, el teólogo cordobés defiende la eternidad del mundo y la mortalidad del alma de cada individuo.
El contexto inmediato de Santo Tomás está marcado por la tensión entre esta recepción de Aristótoteles que entiende la filosofía como algo separado de la religión, y la de quienes ven esa separación como algo peligroso. Entre los primeros, destaca el averroismo latino (Siger de Bravante), corriente que defendía la teoría de la doble verdad (religión y filosofía son dos esferas separadas). Entre los segundos, destacan los teólogos agustinos, como San Buenaventura (1221-1274), quienes pretenden volver a la unidad de religión y filosofía de San Agustín. Santo Tomás, siguiendo el camino de los dominicos, en especial de su maestro Alberto Magno, practica un camino intermedio que pretende armonizar religión y filosofía, sin separarar ambas esferas, pero sin confundirlas tampoco. A pesar de este espíritu conciliador de Tomás de Aquino, el arzobispo de Paris, Esteban Tempier, condena como heréticas, en fechas cercanas a la muerte del aquinate, una serie de proposiciones, algunas de las cuales podrían considerarse tomistas, mostrando de nuevo la tensión entre el cristianismo y la filosofía.